Espíritu tradicional, conservadurismo y derecha política son fenómenos distintos, a pesar de ciertas similitudes secundarias y accesorias. El espíritu tradicional tiene una dimensión esencialmente metapolítica y metahistórica, caracterizada por el descubrimiento y la afirmación de verdades eternas, universales y necesarias, que permiten a los individuos y colectividades vivir, en cierta medida, lo eterno en el tiempo. Las verdades eternas, inmutables y metahistóricas que, por lo tanto, pueden transmitirse (tradición del latin tradere) de generación en generación y que, entre otros puntos importantes, son la base de una cultura sana y equilibrada centrada en el cultivo del alma y el culto litúrgico. El espíritu tradicional es impensable e inconcebible fuera de una base teológica y metafísica, más específicamente una metafísica del ser de origen griego y una teología cristiana trinitaria y teórica. La relación de esto con la mera veneración retórica y ornamental de cierto pasado histórico, o incluso con la defensa del orden político liberal, burgués y capitalista, y con formas reactivas de anticomunismo, solo es aparente.
C. R. Jr. en cuadernos netnográficos
