Un fenómeno que solo puede existir en Brasil
Olavo de Carvalho. Sin él, no estaríamos aquí. El padre Anchieta catequizó a los indios. Olavo de Carvalho catequizó a los intelectuales. Uno corría el riesgo de ser devorado. Los libros del otro todavía son menos devorados de lo que deberían.
Olavo de Carvalho es un fenómeno que solo podría existir en Brasil. No porque sea un filósofo que putea en público: porque es un genio entre una pequeña burguesía chanta.
Fue Olavo quien nos enseñó algo que no aprendimos de los libros, sino de un hombre de carne y hueso, pero, sobre todo, de espíritu, siendo un ejemplo frente a nosotros: un intelectual debe tener coraje. Los hombres que buscan la verdad deben enfrentar guerras espirituales muy difíciles.
Y hoy esta guerra es contra la falta de sinceridad. Contra el aplauso fácil de los pares, que prefieren seguir una narración ya hecha con algunos ismos que decir la verdad incluso cuando pareces loco. Contra la venta de conciencia individual (que no tiene nada que ver con el individualismo) por un plato de lentejas: de la Academia, de los medios de comunicación, de los pequeños amigos que pronto te patearán.
¿Te atreves a decir la verdad si no pega bien? ¿Te atreves a sufrir insultos y maldiciones repetitivas por no ser parte de la claque? ¿Tienes miedo de no parecerles "pulcro" a los colegas?
Incluso aquellos que menos reconocen alguna conexión con Olavo, ¡y cómo se ha descubierto la ingratitud recientemente! - Le debe mucho al maestro. Fue él quien desmalezó ideas peligrosísimas, desde el perennialismo hasta el Foro de São Paulo, cuando todo era yuyo y monte. Nosotros solo cosechamos y trabajamos la fruta después. La parte fácil. Aun así, ¡cómo todavía debemos trabajar!
Dios bendijo a nuestra tierra con un verdadero filósofo, capaz de hablar con cualquier gran nombre y desbordar respeto.
¡Que nosotros, tan bendecidos por un intelectual de este tamaño, hagamos lo mejor de lo que recibimos tan fácilmente de Olavo!
¡Felicitaciones por otro año de vida, maestro! ¡Que tengas toda la felicidad que mereces con esta hermosa familia! ¡Dios te bendiga siempre!!
F. M., en cuadernos de netnografía