Brasil está derrotado

La situación es horrible y deprimente, pero no es compleja ni difícil de entender. Se puede resumir, sin exagerar, en las siguientes palabras: Brasil como nación independiente ya no existe. Es un protectorado chino, gobernado por un embajador jactancioso e intolerante que tiene a su servicio la clase política, la élite judicial, los medios de comunicación, el sistema educativo y una buena parte de la comunidad empresarial. La clase militar, consciente de su total impotencia ante el poder abrumador de esta autoridad extranjera, finge que no ve y trata de salvar las apariencias. El presidente nominal no tiene otro apoyo que el de la masa dispersa, desarmada e indefensa que lo eligió, y apenas comienza a darse cuenta de que no tiene poder. Brasil está derrotado y no se levantará, excepto en la remota hipótesis de que Estados Unidos romperá la columna vertebral del poder chino.