Foro de São Paulo, Argentina y la dialéctica negativa. Conferencia de Olavo de Carvalho
Me alegra estar en presencia de, por lo menos, tres héroes de América Latina: Pérez Antúnez, el coronel Plazas y Armando Valladares, cuyo libro leí hace más de veinte años y tuvo una influencia muy grande en mi vida. Agradezco mucho al Instituto y al Museo por esta oportunidad.
Muy bien, este asunto tiene varias
puertas de entrada posibles. Se puede entrar por varias vías. Y yo voy a
aprovechar la coincidencia de que hoy el reportero del New York Times, que está
allá atrás, me preguntó por qué tipos como yo y Bolsonaro somos frecuentemente
llamados de fascistas. Vamos pues a entrar por la puerta del fascismo.
¿Cuál es el origen del fascismo? El fascismo comienza alrededor de 1910 con una discusión interna en el movimiento socialista italiano y con una escisión del movimiento socialista basada en una teoría enunciada por dos grandes teóricos del fascismo llamados Enrico Corradini y Alfredo Rocco, este último, ministro del gobierno Mussolini. Ellos tenían la teoría de que el sujeto agente, la fuerza principal de la revolución mundial, no podía ser la clase proletaria y, más todavía, no podía ser ninguna clase social porque las clases sociales estaban condicionadas y circunscriptas a sus países de origen, no hay, por ejemplo, un proletario internacional --el proletariado internacional es, apenas, una manera de decir, porque si un proletario italiano sale de allí y va a Alemania no sería un proletario, sería un mendigo. Entonces, la condición de proletario es una condición nacional. Ellos pensaban: si queremos una revolución mundial el sujeto activo de esa revolución no puede ser la clase proletaria, no puede ser una clase, solamente la Nación puede ser el agente de la revolución mundial. Por tanto, la idea era de naciones revolucionarias, naciones proletarias contra naciones burguesas, naciones explotadas contra naciones explotadoras. Este fue el origen del fascismo.
Si ustedes observan con atención verán que después de la Segunda Guerra mundial esta estrategia fue adoptada por todo el movimiento comunista. El movimiento tercermundista creado por Stalin no es nada más que esto. Si tomamos la historia del movimiento comunista brasileño, por ejemplo, verán ustedes que a partir de la Segunda Guerra, ya en la época del gobierno de Getulio Vargas, la estrategia era la alianza entre el proletariado y la burguesía nacional contra el imperialismo, o sea, la nación proletaria contra la nación imperialista-capitalista. Esto fue adoptado en todo el mundo. Quiere decir que el movimiento comunista internacional, después de la Segunda Guerra Mundial, se transformó en el movimiento fascista internacional y es por eso mismo que acusó a sus adversarios de fascistas, para ocultar la realidad de su propia política.
Muy bien. Si tomamos desde el inicio del movimiento comunista con Karl Marx veremos que todo mal, violencia y criminalidad que estaban intrínsecamente asociados a ese movimiento, eran justificados por fines a que ésa violencia, ése mal, debía servir. De manera que el mal servía al bien, podríamos decir que el fin justifica los medios. Entonces, por ejemplo, la revolución proletaria, con toda la sangre derramada en Rusia y en otros lugares, se justificaría en función de un futuro de libertad y prosperidad para el proletariado. Eso jamás se realizó evidentemente. Como jamás se realizó, entonces fue preciso cambiar el discurso, pasando de la revolución proletaria a la revolución de las naciones explotadas contra las naciones explotadoras. Sin embrago esto tampoco se realizó. Las dichas naciones explotadas que se rebelaron contra el imperialismo tuvieron bajo el régimen socialista, bajo el régimen revolucionario, una suerte mucho más miserable y desgraciada que la de antes. Cuba, por ejemplo, era la cuarta economía de América Latina, ahora es vigésimo séptima, una cosa así, quiere decir que Cuba se desgració así misma, bajo pretexto de liberarse del imperialismo, se desgració. Encuentro muy gracioso cuando dicen que la culpa de la miseria cubana, que la causa es el bloqueo es porque los EEUU no comercian con Cuba. Pero, ¿antes de la revolución, la causa de todas las desgracias no era justamente el hecho de que los EEUU comerciaban con Cuba? Entonces yo no sé si el imperialismo perjudica más por su presencia o por su ausencia. Antes reclamaban por su presencia, ahora reclaman por su ausencia. Todo eso, claro, son pretextos meramente verbales, un parloteo sin sentido.
Aun así entre los años 50 y 60 las personas más inteligentes que había en el movimiento comunista, que era un grupo de filósofos alemanes afiliados al llamado Instituto de Investigación Social, también llamado Escuela de Frankfurt, comenzaron a percibir que las grandes contradicciones y conflictos del capitalismo se estaban disolviendo. Entonces el proletariado ya no podía ser la gran fuerza revolucionaria, porque había sido absorbida por el capitalismo y estaba sirviendo al capitalismo. La condición de vida del proletariado había mejorado mucho, esto quiere decir que estaba prosperando en todos lados, se estaba sintiendo muy bien en el capitalismo y no quería hacer ninguna revolución. Las naciones explotadas vivían también de la ayuda de sus explotadores, como la propia Cuba, que vivía del dinero americano. Ahora que salía el dinero americano…antes reclamaban que estaba allá, ahora que no está más allá. Entonces las contradicciones acabaron y razonaban: ¿cómo es que vamos a destruir el capitalismo si no hay más contradicciones internas que podamos explotar?
El húngaro Georg Lukács –los otros eran todos alemanes, Max Horkheimer, Theodor Adorno— formuló el problema así: ya que en el capitalismo no hay más contradicciones económicas que nosotros podamos explotar, y que entre las naciones ricas y pobres tampoco hay las contradicciones que había antes, ¿qué podemos explotar como mecanismo destructor del capitalismo?, ¿qué contradicción interna podemos encontrar dentro de los países capitalistas que podamos explotar para destruirlos? Y crearon lo que se llamó “dialéctica negativa”.
La dialéctica negativa consiste en encarar todo lo que existe bajo su aspecto negativo, el lado de mal, de explotación, de crueldad, que existe en todo, todas las relaciones posibles, relaciones que pueden abarcar tanto la sociedad entera como las relaciones personales: marido y mujer, padre e hijo, profesor y alumno, etcétera. Comenzaron a ver el mal en todo y creían --con razón—que con eso estaban haciendo un programa que Marx había enunciado, pero jamás realizado, y que Marx había definido como la crítica radical de todo cuanto existe. Noten bien que no se trata de criticar la economía capitalista ni los países imperialistas, sino todo lo que existe. Entones usted critica el casamiento, la educación, la amistad, la economía, el trabajo, la ley, la moral, todo, todo, es ruin. Y se dedicaron a ese trabajo durante cuarenta, cincuenta años. Por ejemplo, muchos de ellos eran judíos que huyeron de Alemania –con justa razón porque serían muertos allá—llegaron a Estados Unidos y recibieron los mejores empleos y premios. Eran loados, aplaudidos, y escribieron libros diciendo que la sociedad americana era exactamente como la sociedad nazi alemana. Ustedes dirán, ¿estaban locos? No. Simplemente son los autores de la dialéctica negativa. Ellos veían todo por el lado malo, inclusive las mejores cosas que existen.
Ahora, cuando usted se convierte en el crítico radical de todo cuanto existe, usted se puso encima de la realidad existente. Toda la realidad es mala y usted es el crítico que la analiza, examina y condena. Automáticamente usted se está poniendo encima de la realidad, encima del universo, no apenas encima de esta sociedad donde usted vive sino encima del universo entero. Solo que, un momento, ¿en qué se transformó usted? ¿Usted se convirtió en dios que está arriba? No. Porque es Dios el que está arriba, de hecho. Pero Dios no creó el mundo para criticarlo sino para salvarlo. O sea, usted cuando se convierte en el crítico radical de todo cuanto existe se transforma en el demonio. Y el demonio evidentemente está libre de todas las obligaciones humanas. El demonio solo tiene derechos, el derecho de hacer el mal con aquello que es malo y, como todo es malo, él puede hacer el mal contra todo y jamás será acusado ni, por tanto, condenado. Vean, esta política izquierdista hoy tiene sobre su público, especialmente el público joven, un tipo de atractivo completamente diferente del que tenía antes. Antes se trataba de hacer el mal en nombre de un bien. Ahora no se precisa más el bien. Ahora el mal es, en sí mismo, superior.
Enseguida de adherir a esta política, usted se coloca encima de la humanidad. Usted jamás es sometido a examen. Usted es el examinador, usted es el juez, usted es el verdugo que va a destruir todo y jamás será examinado. Vean, sucedió una vez un fenómeno singular, muy significativo. Después de haber arrojado millones de jóvenes contra sus padres, contra sus profesores, contra los ancianos, contra todo, todo, todo, un día el profesor Adorno tuvo el desagrado de ver a sus alumnos invadir su clase y comenzar a romper todo, entonces paró: "no, no, esperen ahí, esto es mucha dialéctica negativa, eso no se puede". Quiere decir que el dialéctico negativo, el acusador universal, está encima de todas las acusaciones, no puede ser acusado, no puede ser siquiera analizado, es el tipo invisible que ve todo, él es el ojo que todo lo ve –para usar un antiguo simbolismo esotérico—es el único que todo lo ve y jamás puede ser visto. Es por eso que la gente de derecha…
¿Cuál es el origen del fascismo? El fascismo comienza alrededor de 1910 con una discusión interna en el movimiento socialista italiano y con una escisión del movimiento socialista basada en una teoría enunciada por dos grandes teóricos del fascismo llamados Enrico Corradini y Alfredo Rocco, este último, ministro del gobierno Mussolini. Ellos tenían la teoría de que el sujeto agente, la fuerza principal de la revolución mundial, no podía ser la clase proletaria y, más todavía, no podía ser ninguna clase social porque las clases sociales estaban condicionadas y circunscriptas a sus países de origen, no hay, por ejemplo, un proletario internacional --el proletariado internacional es, apenas, una manera de decir, porque si un proletario italiano sale de allí y va a Alemania no sería un proletario, sería un mendigo. Entonces, la condición de proletario es una condición nacional. Ellos pensaban: si queremos una revolución mundial el sujeto activo de esa revolución no puede ser la clase proletaria, no puede ser una clase, solamente la Nación puede ser el agente de la revolución mundial. Por tanto, la idea era de naciones revolucionarias, naciones proletarias contra naciones burguesas, naciones explotadas contra naciones explotadoras. Este fue el origen del fascismo.
Si ustedes observan con atención verán que después de la Segunda Guerra mundial esta estrategia fue adoptada por todo el movimiento comunista. El movimiento tercermundista creado por Stalin no es nada más que esto. Si tomamos la historia del movimiento comunista brasileño, por ejemplo, verán ustedes que a partir de la Segunda Guerra, ya en la época del gobierno de Getulio Vargas, la estrategia era la alianza entre el proletariado y la burguesía nacional contra el imperialismo, o sea, la nación proletaria contra la nación imperialista-capitalista. Esto fue adoptado en todo el mundo. Quiere decir que el movimiento comunista internacional, después de la Segunda Guerra Mundial, se transformó en el movimiento fascista internacional y es por eso mismo que acusó a sus adversarios de fascistas, para ocultar la realidad de su propia política.
Muy bien. Si tomamos desde el inicio del movimiento comunista con Karl Marx veremos que todo mal, violencia y criminalidad que estaban intrínsecamente asociados a ese movimiento, eran justificados por fines a que ésa violencia, ése mal, debía servir. De manera que el mal servía al bien, podríamos decir que el fin justifica los medios. Entonces, por ejemplo, la revolución proletaria, con toda la sangre derramada en Rusia y en otros lugares, se justificaría en función de un futuro de libertad y prosperidad para el proletariado. Eso jamás se realizó evidentemente. Como jamás se realizó, entonces fue preciso cambiar el discurso, pasando de la revolución proletaria a la revolución de las naciones explotadas contra las naciones explotadoras. Sin embrago esto tampoco se realizó. Las dichas naciones explotadas que se rebelaron contra el imperialismo tuvieron bajo el régimen socialista, bajo el régimen revolucionario, una suerte mucho más miserable y desgraciada que la de antes. Cuba, por ejemplo, era la cuarta economía de América Latina, ahora es vigésimo séptima, una cosa así, quiere decir que Cuba se desgració así misma, bajo pretexto de liberarse del imperialismo, se desgració. Encuentro muy gracioso cuando dicen que la culpa de la miseria cubana, que la causa es el bloqueo es porque los EEUU no comercian con Cuba. Pero, ¿antes de la revolución, la causa de todas las desgracias no era justamente el hecho de que los EEUU comerciaban con Cuba? Entonces yo no sé si el imperialismo perjudica más por su presencia o por su ausencia. Antes reclamaban por su presencia, ahora reclaman por su ausencia. Todo eso, claro, son pretextos meramente verbales, un parloteo sin sentido.
Aun así entre los años 50 y 60 las personas más inteligentes que había en el movimiento comunista, que era un grupo de filósofos alemanes afiliados al llamado Instituto de Investigación Social, también llamado Escuela de Frankfurt, comenzaron a percibir que las grandes contradicciones y conflictos del capitalismo se estaban disolviendo. Entonces el proletariado ya no podía ser la gran fuerza revolucionaria, porque había sido absorbida por el capitalismo y estaba sirviendo al capitalismo. La condición de vida del proletariado había mejorado mucho, esto quiere decir que estaba prosperando en todos lados, se estaba sintiendo muy bien en el capitalismo y no quería hacer ninguna revolución. Las naciones explotadas vivían también de la ayuda de sus explotadores, como la propia Cuba, que vivía del dinero americano. Ahora que salía el dinero americano…antes reclamaban que estaba allá, ahora que no está más allá. Entonces las contradicciones acabaron y razonaban: ¿cómo es que vamos a destruir el capitalismo si no hay más contradicciones internas que podamos explotar?
El húngaro Georg Lukács –los otros eran todos alemanes, Max Horkheimer, Theodor Adorno— formuló el problema así: ya que en el capitalismo no hay más contradicciones económicas que nosotros podamos explotar, y que entre las naciones ricas y pobres tampoco hay las contradicciones que había antes, ¿qué podemos explotar como mecanismo destructor del capitalismo?, ¿qué contradicción interna podemos encontrar dentro de los países capitalistas que podamos explotar para destruirlos? Y crearon lo que se llamó “dialéctica negativa”.
La dialéctica negativa consiste en encarar todo lo que existe bajo su aspecto negativo, el lado de mal, de explotación, de crueldad, que existe en todo, todas las relaciones posibles, relaciones que pueden abarcar tanto la sociedad entera como las relaciones personales: marido y mujer, padre e hijo, profesor y alumno, etcétera. Comenzaron a ver el mal en todo y creían --con razón—que con eso estaban haciendo un programa que Marx había enunciado, pero jamás realizado, y que Marx había definido como la crítica radical de todo cuanto existe. Noten bien que no se trata de criticar la economía capitalista ni los países imperialistas, sino todo lo que existe. Entones usted critica el casamiento, la educación, la amistad, la economía, el trabajo, la ley, la moral, todo, todo, es ruin. Y se dedicaron a ese trabajo durante cuarenta, cincuenta años. Por ejemplo, muchos de ellos eran judíos que huyeron de Alemania –con justa razón porque serían muertos allá—llegaron a Estados Unidos y recibieron los mejores empleos y premios. Eran loados, aplaudidos, y escribieron libros diciendo que la sociedad americana era exactamente como la sociedad nazi alemana. Ustedes dirán, ¿estaban locos? No. Simplemente son los autores de la dialéctica negativa. Ellos veían todo por el lado malo, inclusive las mejores cosas que existen.
Ahora, cuando usted se convierte en el crítico radical de todo cuanto existe, usted se puso encima de la realidad existente. Toda la realidad es mala y usted es el crítico que la analiza, examina y condena. Automáticamente usted se está poniendo encima de la realidad, encima del universo, no apenas encima de esta sociedad donde usted vive sino encima del universo entero. Solo que, un momento, ¿en qué se transformó usted? ¿Usted se convirtió en dios que está arriba? No. Porque es Dios el que está arriba, de hecho. Pero Dios no creó el mundo para criticarlo sino para salvarlo. O sea, usted cuando se convierte en el crítico radical de todo cuanto existe se transforma en el demonio. Y el demonio evidentemente está libre de todas las obligaciones humanas. El demonio solo tiene derechos, el derecho de hacer el mal con aquello que es malo y, como todo es malo, él puede hacer el mal contra todo y jamás será acusado ni, por tanto, condenado. Vean, esta política izquierdista hoy tiene sobre su público, especialmente el público joven, un tipo de atractivo completamente diferente del que tenía antes. Antes se trataba de hacer el mal en nombre de un bien. Ahora no se precisa más el bien. Ahora el mal es, en sí mismo, superior.
Enseguida de adherir a esta política, usted se coloca encima de la humanidad. Usted jamás es sometido a examen. Usted es el examinador, usted es el juez, usted es el verdugo que va a destruir todo y jamás será examinado. Vean, sucedió una vez un fenómeno singular, muy significativo. Después de haber arrojado millones de jóvenes contra sus padres, contra sus profesores, contra los ancianos, contra todo, todo, todo, un día el profesor Adorno tuvo el desagrado de ver a sus alumnos invadir su clase y comenzar a romper todo, entonces paró: "no, no, esperen ahí, esto es mucha dialéctica negativa, eso no se puede". Quiere decir que el dialéctico negativo, el acusador universal, está encima de todas las acusaciones, no puede ser acusado, no puede ser siquiera analizado, es el tipo invisible que ve todo, él es el ojo que todo lo ve –para usar un antiguo simbolismo esotérico—es el único que todo lo ve y jamás puede ser visto. Es por eso que la gente de derecha…
Es para preguntar: ¿cuántos libros de
derecha vieron ustedes que destruyan la filosofía de Theodor Adorno? Ninguno.
¿Cuántos destruyendo la filosofía de Georg Lukács? Ninguno. Toda la
bibliografía derechista que existe critica el socialismo, critica el marxismo,
critica varios programas políticos, pero nunca va a la profundidad de la
filosofía de la dialéctica negativa. Nunca. Y es por esto que la dialéctica
negativa siempre sobrevive y se puede rehacer y reconstruir después de las
peores derrotas. Entonces esto quiere decir que, en tanto esta filosofía no sea
enteramente destruida, puede renovarse y va a reconstruir el movimiento
comunista millones de veces. Esto nunca acaba porque es indestructible. Vean,
la destrucción no es destructible. La destrucción vive apenas de destruir. O
sea, podemos decir que la Escuela de Frankfurt descubrió el secreto de la vida
eterna. Ellos pueden vivir eternamente. Es solo vivir de la destrucción y jamás
proponer nada positivo. Cuando proponen alguna cosa, proponen bajo el nombre de
positivo algo negativo. Por ejemplo, operar niños de cinco años que dicen que
son niñas. Y entonces, usted manda a su niño operar, van ahí, cortan el órgano
sexual y, de pronto, se convirtió en nena. ¿Puede haber algo de positivo en
eso? Claro que eso apenas es destrucción, usted no sabe qué va a ser del niño
más tarde, usted no sabe si ese niño va a querer su órgano sexual de nuevo.
¡Pero no necesita saberlo! Como es destrucción y la destrucción es siempre
positiva, ¡adelante!
Cuando se propone la legalización universal del aborto, vean bien, ¿alguien puede probar que un feto es un ser humano o apenas una cosa? Existen pruebas de un lado y pruebas del otro. Esa discusión puede continuar eternamente y nadie llegar a una conclusión, uno convence a otro y el otro no convence a uno. Eso significa lo siguiente: ninguno de nosotros sabe la respuesta a la pregunta. Si no sabemos, entonces hay un 50% de chances para un lado y 50% para el otro lado. Por tanto, se trata de una opción que no es racional. Eso quiere decir que aquél que está a favor del aborto no lo está por motivos racionales sino porque quiere. Él quiere el aborto universal porque el aborto universal es negativo y, por lo tanto, será siempre positivo. Y así por delante, todo lo que las personas consideran un mal pasa a ser considerado bueno. El bien solo existe bajo la forma del mal. Y esta es la esencia, es el secreto de la Escuela de Frankfurt, lo cual tiene un atractivo infinitamente mayor que la vieja revolución proletaria, o que la revolución fascista, porque tanto una como otra alegaban un bien futuro que justificaba el mal que se estaba haciendo en el presente, la finalidad buena que justifica el medio malo. Por lo tanto, esas revoluciones podían ser criticadas, ¿en nombre de qué? En nombre del fin que ellas se proponían. Cuando usted veía, por ejemplo, que en la revolución socialista los proletarios estaban pasando mucha más hambre. que la revolución había fallado en realizar el fin propuesto, podía ser criticada en nombre de su finalidad. Del mismo modo, la revolución fascista prometía que las naciones que estaban siendo explotadas, robadas, serían las dominadoras. Entonces Hitler propuso el Reich de los mil años, duró doce y acabó muy mal. Mussolini terminó asesinado y colgado por las piernas e Italia perdió todo. Esas revoluciones podían ser criticada en nombre de los fines positivos en nombre de los cuales hacían el mal. Pero la nueva revolución, la revolución de la dialéctica negativa, no puede ser criticada por nada, porque tiene el monopolio de la crítica, tiene el monopolio del discurso destructivo que transforma a su portador en un tipo sobrehumano, jamás puede ser condenado en nombre de nada, ni siquiera de la propia revolución.
Los antiguos comunistas todavía tenían la posibilidad de hacer una autocrítica, "nosotros nos equivocamos en tal punto…" Ahora, ¡no hay más errores! ¿Ustedes entienden? El poder atractivo de esta cosa es ilimitado. Y por la misma razón, no sirve discutir contra esta revolución con los argumentos y armas que se usaban contra la revolución proletaria, contra la revolución fascista, no sirven más. Las personas no son más accesibles a ese tipo de argumento porque ellas ahora son sobrehumanas. El sujeto que nació hombre y decidió ser mujer, algunos acaban pareciendo mujeres, pero en la mayoría no sucede, continúan pareciendo hombres. Entonces usted lo mira y ve un hombre, pero él dice: “yo me siento mujer y usted no tiene el derecho de mirarme como sus ojos me ven, usted tiene que mirarme como yo quiero ser visto”. Esto quiere decir que el chiste de Groucho Marx, “¿al final, usted va a confiar en mí o en sus propios ojos?”, se hizo realidad. Usted tiene que negar, tiene que apuñalar sus ojos. Usted no tiene derecho de percibir las cosas como usted las percibe, usted tiene que percibir como su interlocutor quiere ser percibido. Él se colocó en una posición supra-humana. Él no está más en condición de ser juzgado por los mismos criterios con que nosotros somos juzgados. O sea, él puede prohibirnos hablar sin ser acusado jamás de opresor o de que se tratar de una censura. ¿Qué significa que a usted le impida hablar? Eso es ahora libertad de prensa. En Cuba existe libertad de prensa, tanto, que los periodistas están en prisión. Llevarlos a prisión es libertad de prensa, ¿por qué? Porque Cuba no puede ser juzgada por criterios humanos. Cuba no tiene más una finalidad positiva que necesite alcanzar para justificar su revolución. Su fracaso es su éxito. ¿Por qué? Porque los que determinan qué es fracaso y qué es éxito son ellos mismos. Cuando muchas veces le decían a Fidel Castro, el pueblo cubano está pasando hambre, respondía: nosotros no tenemos aquí ese consumismo obsceno que ustedes tienen en los Estados Unidos, nosotros comemos apenas lo que es necesario, ustedes comen 2 bifes por día, nosotros comemos 1 bife por año. Y estaba muy orgulloso de eso. O sea, el fracaso se convierte en éxito, ¿por qué? Porque el mal se convirtió en el bien. Y todo el bien que existe… díganme, ¿existe algún bien humano que sea absoluto? No. Nosotros somos apenas humanos, no somos Dios. El absoluto bien solamente Dios consigue hacerlo. Todo lo que nosotros hacemos, podemos decir, el bien predomina, pero no quiere decir eso que sea el cien por ciento, digamos, ochenta por ciento, noventa por ciento, y nosotros quedamos satisfechos con eso. Pero eso donde ellos ven un diez por ciento de mal, van a decir que está todo mal y ese pequeño mal está presente en todo. Entonces, el tipo de falacia filosófica se anuncia de la siguiente manera: todo es tal cosa. Por eso usted dice: todo es energía. ¿Existe algún fenómeno donde la energía esté ausente? No, ella tiene que estar presente en todo. Vean, todo es sexo, ¿existe alguna acción humana que no tenga algún elemento sexual, bueno, por lo menos el agente va a tener que ser hombre o mujer, o una tercera cosa, entonces el sexo estará presente. Todo es la ley de gravedad, bueno, la ley de gravedad jamás estará ausente. Entonces todo factor que está presente en todos los fenómenos no puede ser causa de ninguno de ellos. Pero la técnica hoy es la siguiente: usted agarra el factor que está presente en todo, dice que es la causa y usa como argumento justamente la omnipresencia del mismo. Es claro que es una falacia lógica grotesca, pero eso convence a las personas.
Tanto en los Estados Unidos como en América Latina, y especialmente en Brasil, ese tipo de filosofía tomó cuenta de todos los Medios y de todas las universidades, fuera no quedó nada. En Brasil existía ese fenómeno porque en los años sesenta, con la dictadura militar, los comunistas, una vez derrotados, expulsados del campo electoral político, decidieron usar la estrategia de Antonio Gramsci: hacer la revolución cultural primero y la revolución política después. Entonces había que tomar los Medios, las editoras, las universidades, etcétera, lentamente y sin decir que era propaganda socialista, porque el mismo Antonio Gramsci lo había decidido así: "nosotros vamos a hacer que todos sean socialistas sin saberlo". Es por eso que yo me opuse mucho a la campaña que conservadores y liberales hacían contra el adoctrinamiento comunista. Quiero decir, ¡no hay ningún adoctrinamiento! ¡Ellos están induciendo a las personas a ser socialistas sin haberlas adoctrinado jamás! Les voy a dar un ejemplo de cómo se usaba. Se usaban generalmente modificaciones comportamentales que no pasaban por la esfera de la opinión y de las ideas. Hubo, por ejemplo, un profesor en Suecia que hizo un experimento que fue muy celebrado en Brasil por el director de teatro Gerald Thomas. Agarró a sus alumnos y les dijo: ustedes van a hacer un experimento de sexo oral con sus colegas, chuparse los miembros entre ustedes y cuando eyaculan, ustedes tragan, y el lunes traen un reporte académico de lo que sucedió. Muy bien, casi todos dijeron que fue bueno. ¿Por qué? Existen investigaciones en psicología que muestran que siempre que usted procede contra sus propios principios, 82%, 83% de los casos cambian sus principios para no admitir que hicieron una tremenda burrada. Esto quiere decir que, hasta aquél día, nadie había pensado tener sexo oral con el colega. A partir del lunes todos comenzaron a pensar que sí. ¿Es esto adoctrinamiento? No, porque el profesor no expuso ninguna doctrina, no los convenció de nada, apenas sugirió hacer una experiencia inocentemente. Es así que se hace.
En el libro de Pascal Bernardin, Maquiavelo Pedagogo, se muestra el número de esas técnicas de manipulación comportamental. Ninguna de ellas parece propaganda de manera alguna. Existen varios procedimientos. Uno de ellos se llama “pie en la puerta”. El investigador golpea la puerta del sujeto y dice “hola, yo soy de la Municipalidad, nosotros queremos colocar aquí en su pared un cartel de tránsito de 2 metros de altura”, y el sujeto responde “no, de ninguna manera, ustedes van a tapar mi puerta, va a quedar horrible mi casa”, el investigador repregunta, “ah, entonces tenemos este cartel aquí, pequeñito, de 30 cm, ¿puede ser?”. Noventa por ciento de los encuestados concordaron. Entonces, usted propone una cosa bien difícil, nadie va a aceptar y ahí usted solicita una más fácil y, ahí sí, todo el mundo cede inmediatamente. Esto es muy usado en los colegios. Usted sugiere algo, los alumnos dicen que no, usted respeta sus opiniones, entonces usted sugiere algo un poco menos chocante y la mayoría acepta. Estas técnicas son usadas todo el tiempo. El que llama a esto adoctrinamiento no entiende nada, cree que se hace propaganda comunista. No hay propaganda comunista, hay apenas el uso intenso de ese tipo de trucos. Vean, adoctrinamiento es una cosa que pasa por la cabeza, por las opiniones, por las ideas. Si usted adoctrina, usted está pidiendo un debate, convocando una discusión. Pero si usted sugiere experimentos, eso no pasa por la esfera de las opiniones. Usted cambia la conducta directamente sin pasar por la máquina opinante que está en la cabeza de cada uno. Eso es lo que significa el dominio total de la mente del alumno. Pero personas bien intencionadas que lanzaron la campaña Escuela Sin Partido, hablaron contra el adoctrinamiento y ahí, ¿qué hizo la izquierda? “Quieren censurarnos”. Entonces, vean, la facción que dominaba todo y que expulsó completamente a la opinión adversaria, comenzó a acusar que era censurada, perseguida, oprimida. Eso significa que la gente liberal, de derecha, no entendió lo que estaba pasando. Estaba ocurriendo una cosa y ellos combatían otra que no existe. Esto pasa prácticamente en el mundo entero. Les voy a dar un ejemplo. Yo ando siempre con mi pipa. No solamente porque me gusta fumar sino porque es un símbolo. El economista Walter Williams –ustedes lo conocen, un brillante economista, negro, americano-- fue el único que hizo un análisis correcto de esto que pasó. Williams sostiene que el movimiento anti tabaco fue el primer test a escala universal para evaluar la posibilidad de manipular a las masas y dominarlas sin pasar por el adoctrinamiento. ¿Qué hicieron? Difundieron algunas investigaciones científicas que concluían que fumar causa esto, causa aquello y aquello otro. Pues bien, ¿cuál es el principio número uno de la terapia? Dice que, removida la causa, cesa el efecto. Hoy el número de fumadores en USA disminuyó a 1/3, pero las dolencias pulmonares y cardíacas no disminuyeron. ¡Opa! ¿Y qué? No interesa. Ahora el anti tabaquismo ya venció. A cada lugar que usted va encuentra el cartel Smoke Free. La primera vez que yo vi eso, vamos a decir, unos quince años atrás --creo que fue en el Hudson Institute, no me acuerdo bien, pero fue una de las instituciones conservadoras americanas-- yo llegué para dar una conferencia y vi un cartelito, leí eso, y les dije: ustedes ya perdieron la pelea. Porque cuando usted permite que la autoridad gobernante vigile sus actos personales, usted ya perdió todo. Después, usted quiere preservar algunas libertades políticas, ¡no interesa! Si usted no tiene la libertad personal, concreta, de hacer lo que a usted le gusta, usted ya entregó todo, ya está derrotado. El único analista social que percibió eso fue Walter Williams. ¿Y qué tiene esto que ver con la política? Nada, aparentemente nada, la cosa más inocente del mundo. Y una gran parte de la opinión pública, conservadora, católica y protestante, aplaudió, “¡no! fumar es algo obsceno, nosotros tenemos que prohibirlo”, etc, sin percibir el daño que estaban haciendo con esto a la libertad pública. Es decir, impusieron su opinión tornándola legalmente obligatoria, para todos. En una democracia no se hace eso. Eso no es democracia de ninguna manera.
Cuando se propone la legalización universal del aborto, vean bien, ¿alguien puede probar que un feto es un ser humano o apenas una cosa? Existen pruebas de un lado y pruebas del otro. Esa discusión puede continuar eternamente y nadie llegar a una conclusión, uno convence a otro y el otro no convence a uno. Eso significa lo siguiente: ninguno de nosotros sabe la respuesta a la pregunta. Si no sabemos, entonces hay un 50% de chances para un lado y 50% para el otro lado. Por tanto, se trata de una opción que no es racional. Eso quiere decir que aquél que está a favor del aborto no lo está por motivos racionales sino porque quiere. Él quiere el aborto universal porque el aborto universal es negativo y, por lo tanto, será siempre positivo. Y así por delante, todo lo que las personas consideran un mal pasa a ser considerado bueno. El bien solo existe bajo la forma del mal. Y esta es la esencia, es el secreto de la Escuela de Frankfurt, lo cual tiene un atractivo infinitamente mayor que la vieja revolución proletaria, o que la revolución fascista, porque tanto una como otra alegaban un bien futuro que justificaba el mal que se estaba haciendo en el presente, la finalidad buena que justifica el medio malo. Por lo tanto, esas revoluciones podían ser criticadas, ¿en nombre de qué? En nombre del fin que ellas se proponían. Cuando usted veía, por ejemplo, que en la revolución socialista los proletarios estaban pasando mucha más hambre. que la revolución había fallado en realizar el fin propuesto, podía ser criticada en nombre de su finalidad. Del mismo modo, la revolución fascista prometía que las naciones que estaban siendo explotadas, robadas, serían las dominadoras. Entonces Hitler propuso el Reich de los mil años, duró doce y acabó muy mal. Mussolini terminó asesinado y colgado por las piernas e Italia perdió todo. Esas revoluciones podían ser criticada en nombre de los fines positivos en nombre de los cuales hacían el mal. Pero la nueva revolución, la revolución de la dialéctica negativa, no puede ser criticada por nada, porque tiene el monopolio de la crítica, tiene el monopolio del discurso destructivo que transforma a su portador en un tipo sobrehumano, jamás puede ser condenado en nombre de nada, ni siquiera de la propia revolución.
Los antiguos comunistas todavía tenían la posibilidad de hacer una autocrítica, "nosotros nos equivocamos en tal punto…" Ahora, ¡no hay más errores! ¿Ustedes entienden? El poder atractivo de esta cosa es ilimitado. Y por la misma razón, no sirve discutir contra esta revolución con los argumentos y armas que se usaban contra la revolución proletaria, contra la revolución fascista, no sirven más. Las personas no son más accesibles a ese tipo de argumento porque ellas ahora son sobrehumanas. El sujeto que nació hombre y decidió ser mujer, algunos acaban pareciendo mujeres, pero en la mayoría no sucede, continúan pareciendo hombres. Entonces usted lo mira y ve un hombre, pero él dice: “yo me siento mujer y usted no tiene el derecho de mirarme como sus ojos me ven, usted tiene que mirarme como yo quiero ser visto”. Esto quiere decir que el chiste de Groucho Marx, “¿al final, usted va a confiar en mí o en sus propios ojos?”, se hizo realidad. Usted tiene que negar, tiene que apuñalar sus ojos. Usted no tiene derecho de percibir las cosas como usted las percibe, usted tiene que percibir como su interlocutor quiere ser percibido. Él se colocó en una posición supra-humana. Él no está más en condición de ser juzgado por los mismos criterios con que nosotros somos juzgados. O sea, él puede prohibirnos hablar sin ser acusado jamás de opresor o de que se tratar de una censura. ¿Qué significa que a usted le impida hablar? Eso es ahora libertad de prensa. En Cuba existe libertad de prensa, tanto, que los periodistas están en prisión. Llevarlos a prisión es libertad de prensa, ¿por qué? Porque Cuba no puede ser juzgada por criterios humanos. Cuba no tiene más una finalidad positiva que necesite alcanzar para justificar su revolución. Su fracaso es su éxito. ¿Por qué? Porque los que determinan qué es fracaso y qué es éxito son ellos mismos. Cuando muchas veces le decían a Fidel Castro, el pueblo cubano está pasando hambre, respondía: nosotros no tenemos aquí ese consumismo obsceno que ustedes tienen en los Estados Unidos, nosotros comemos apenas lo que es necesario, ustedes comen 2 bifes por día, nosotros comemos 1 bife por año. Y estaba muy orgulloso de eso. O sea, el fracaso se convierte en éxito, ¿por qué? Porque el mal se convirtió en el bien. Y todo el bien que existe… díganme, ¿existe algún bien humano que sea absoluto? No. Nosotros somos apenas humanos, no somos Dios. El absoluto bien solamente Dios consigue hacerlo. Todo lo que nosotros hacemos, podemos decir, el bien predomina, pero no quiere decir eso que sea el cien por ciento, digamos, ochenta por ciento, noventa por ciento, y nosotros quedamos satisfechos con eso. Pero eso donde ellos ven un diez por ciento de mal, van a decir que está todo mal y ese pequeño mal está presente en todo. Entonces, el tipo de falacia filosófica se anuncia de la siguiente manera: todo es tal cosa. Por eso usted dice: todo es energía. ¿Existe algún fenómeno donde la energía esté ausente? No, ella tiene que estar presente en todo. Vean, todo es sexo, ¿existe alguna acción humana que no tenga algún elemento sexual, bueno, por lo menos el agente va a tener que ser hombre o mujer, o una tercera cosa, entonces el sexo estará presente. Todo es la ley de gravedad, bueno, la ley de gravedad jamás estará ausente. Entonces todo factor que está presente en todos los fenómenos no puede ser causa de ninguno de ellos. Pero la técnica hoy es la siguiente: usted agarra el factor que está presente en todo, dice que es la causa y usa como argumento justamente la omnipresencia del mismo. Es claro que es una falacia lógica grotesca, pero eso convence a las personas.
Tanto en los Estados Unidos como en América Latina, y especialmente en Brasil, ese tipo de filosofía tomó cuenta de todos los Medios y de todas las universidades, fuera no quedó nada. En Brasil existía ese fenómeno porque en los años sesenta, con la dictadura militar, los comunistas, una vez derrotados, expulsados del campo electoral político, decidieron usar la estrategia de Antonio Gramsci: hacer la revolución cultural primero y la revolución política después. Entonces había que tomar los Medios, las editoras, las universidades, etcétera, lentamente y sin decir que era propaganda socialista, porque el mismo Antonio Gramsci lo había decidido así: "nosotros vamos a hacer que todos sean socialistas sin saberlo". Es por eso que yo me opuse mucho a la campaña que conservadores y liberales hacían contra el adoctrinamiento comunista. Quiero decir, ¡no hay ningún adoctrinamiento! ¡Ellos están induciendo a las personas a ser socialistas sin haberlas adoctrinado jamás! Les voy a dar un ejemplo de cómo se usaba. Se usaban generalmente modificaciones comportamentales que no pasaban por la esfera de la opinión y de las ideas. Hubo, por ejemplo, un profesor en Suecia que hizo un experimento que fue muy celebrado en Brasil por el director de teatro Gerald Thomas. Agarró a sus alumnos y les dijo: ustedes van a hacer un experimento de sexo oral con sus colegas, chuparse los miembros entre ustedes y cuando eyaculan, ustedes tragan, y el lunes traen un reporte académico de lo que sucedió. Muy bien, casi todos dijeron que fue bueno. ¿Por qué? Existen investigaciones en psicología que muestran que siempre que usted procede contra sus propios principios, 82%, 83% de los casos cambian sus principios para no admitir que hicieron una tremenda burrada. Esto quiere decir que, hasta aquél día, nadie había pensado tener sexo oral con el colega. A partir del lunes todos comenzaron a pensar que sí. ¿Es esto adoctrinamiento? No, porque el profesor no expuso ninguna doctrina, no los convenció de nada, apenas sugirió hacer una experiencia inocentemente. Es así que se hace.
En el libro de Pascal Bernardin, Maquiavelo Pedagogo, se muestra el número de esas técnicas de manipulación comportamental. Ninguna de ellas parece propaganda de manera alguna. Existen varios procedimientos. Uno de ellos se llama “pie en la puerta”. El investigador golpea la puerta del sujeto y dice “hola, yo soy de la Municipalidad, nosotros queremos colocar aquí en su pared un cartel de tránsito de 2 metros de altura”, y el sujeto responde “no, de ninguna manera, ustedes van a tapar mi puerta, va a quedar horrible mi casa”, el investigador repregunta, “ah, entonces tenemos este cartel aquí, pequeñito, de 30 cm, ¿puede ser?”. Noventa por ciento de los encuestados concordaron. Entonces, usted propone una cosa bien difícil, nadie va a aceptar y ahí usted solicita una más fácil y, ahí sí, todo el mundo cede inmediatamente. Esto es muy usado en los colegios. Usted sugiere algo, los alumnos dicen que no, usted respeta sus opiniones, entonces usted sugiere algo un poco menos chocante y la mayoría acepta. Estas técnicas son usadas todo el tiempo. El que llama a esto adoctrinamiento no entiende nada, cree que se hace propaganda comunista. No hay propaganda comunista, hay apenas el uso intenso de ese tipo de trucos. Vean, adoctrinamiento es una cosa que pasa por la cabeza, por las opiniones, por las ideas. Si usted adoctrina, usted está pidiendo un debate, convocando una discusión. Pero si usted sugiere experimentos, eso no pasa por la esfera de las opiniones. Usted cambia la conducta directamente sin pasar por la máquina opinante que está en la cabeza de cada uno. Eso es lo que significa el dominio total de la mente del alumno. Pero personas bien intencionadas que lanzaron la campaña Escuela Sin Partido, hablaron contra el adoctrinamiento y ahí, ¿qué hizo la izquierda? “Quieren censurarnos”. Entonces, vean, la facción que dominaba todo y que expulsó completamente a la opinión adversaria, comenzó a acusar que era censurada, perseguida, oprimida. Eso significa que la gente liberal, de derecha, no entendió lo que estaba pasando. Estaba ocurriendo una cosa y ellos combatían otra que no existe. Esto pasa prácticamente en el mundo entero. Les voy a dar un ejemplo. Yo ando siempre con mi pipa. No solamente porque me gusta fumar sino porque es un símbolo. El economista Walter Williams –ustedes lo conocen, un brillante economista, negro, americano-- fue el único que hizo un análisis correcto de esto que pasó. Williams sostiene que el movimiento anti tabaco fue el primer test a escala universal para evaluar la posibilidad de manipular a las masas y dominarlas sin pasar por el adoctrinamiento. ¿Qué hicieron? Difundieron algunas investigaciones científicas que concluían que fumar causa esto, causa aquello y aquello otro. Pues bien, ¿cuál es el principio número uno de la terapia? Dice que, removida la causa, cesa el efecto. Hoy el número de fumadores en USA disminuyó a 1/3, pero las dolencias pulmonares y cardíacas no disminuyeron. ¡Opa! ¿Y qué? No interesa. Ahora el anti tabaquismo ya venció. A cada lugar que usted va encuentra el cartel Smoke Free. La primera vez que yo vi eso, vamos a decir, unos quince años atrás --creo que fue en el Hudson Institute, no me acuerdo bien, pero fue una de las instituciones conservadoras americanas-- yo llegué para dar una conferencia y vi un cartelito, leí eso, y les dije: ustedes ya perdieron la pelea. Porque cuando usted permite que la autoridad gobernante vigile sus actos personales, usted ya perdió todo. Después, usted quiere preservar algunas libertades políticas, ¡no interesa! Si usted no tiene la libertad personal, concreta, de hacer lo que a usted le gusta, usted ya entregó todo, ya está derrotado. El único analista social que percibió eso fue Walter Williams. ¿Y qué tiene esto que ver con la política? Nada, aparentemente nada, la cosa más inocente del mundo. Y una gran parte de la opinión pública, conservadora, católica y protestante, aplaudió, “¡no! fumar es algo obsceno, nosotros tenemos que prohibirlo”, etc, sin percibir el daño que estaban haciendo con esto a la libertad pública. Es decir, impusieron su opinión tornándola legalmente obligatoria, para todos. En una democracia no se hace eso. Eso no es democracia de ninguna manera.
Pero, así como con el tabaquismo, muchas
otras cosas. Hoy comienza a estar prohibido ser hombre, ser un macho es
obsceno. ¿Ya vieron eso? Todos nosotros tenemos que afeminarnos para no ofender
al que tenemos al lado. Usted que es muy macho, el otro de al lado, que no lo
es tanto, se siente ofendido, pobrecito. Y así por delante. Entonces hoy en día
usted puede ver un hombre vestido de mujer, semidesnudo, teniendo sexo en la
calle. Pero una mujer dando de mamar a su bebé puede ir a prisión. Porque ser
madre es obsceno. ¿Ustedes lo perciben? Comenzó con esta cosa (De Carvalho
muestra su pipa, NdeR) “vamos a prohibir esto", "ah, huele mal, no me
gusta, vamos a prohibirlo”. Si usted le permite a un gobierno prohibir estas
cosas, nunca más para. Y nada de esto se hizo por medio de discusiones
políticas. No hubo ningún adoctrinamiento. Lean el libro de Pascal
Bernardin, Maquiavelo Pedagogo. Esta mentalidad de la dialéctica
negativa, que conquista las almas no por la promesa de un bien futuro sino por
la promesa de una condición sobrehumana inmediata --usted está libre de todas
las obligaciones, usted no puede ser examinado, usted no puede ser juzgado,
usted no puede ser analizado, usted es el ojo que todo lo ve y no puede ser
visto. Toda la juventud tiene ya esta mentalidad. ¡Se convirtieron en
demonios, mi Dios del cielo! Entonces, la discusión no es más política, pasó a
otro nivel.
Por eso es que vemos fenómenos como el de Argentina, esto es, un gobierno probadamente fracasado que es reelecto, tiene éxito. ¿Por qué? Porque va a dar eso a las personas: transformarlas en seres sobrehumanos, va a liberarlas de todas las obligaciones humanas y entregarles los instrumentos de acción con los cuales pueden oprimir, atemorizar, maltratar y matar a quienes se les ocurra. Esto es mucho más seductor que la antigua utopía socialista. La utopía socialista era para un futuro, “la generación actual va a sacrificarse, nosotros vamos a morir, pero un día va a llegar el paraíso socialista”. Ahora, tal promoción del sujeto a una escala sobrehumana es inmediata, no es una utopía, se comienza a vivir esto desde el primer momento. Usted tome la fisonomía de un hombre, qué sé yo, parecido a Schwarzenegger, que viste una bombacha, un corpiño y dice que usted está obligado a verlo como mujer. Usted dice, pero no aguanto, no lo consigo, intento verlo como mujer, pero no consigo, veo un hombre. ¡Ah! Usted es un criminal, va a prisión. Es esto lo que ellos están haciendo, señores. Y nosotros estamos aceptando el juego porque no percibimos la profundidad del impulso diabólico de estos hombres de la Escuela de Frankfurt. Digo, ¿cómo es posible? El tipo sale de la Alemania nazi donde querían matarlo y vino a un país donde, al contrario, encontró libertad, empleo, todo el mundo lo trata bien, ¡y él dice que es la misma cosa! Es decir, se trata de una ingratitud absolutamente demoníaca. No percibe la diferencia entre la Alemania nazi, los Estados Unidos, la democracia, ¿qué es esto? Y no lo dice en un diario, escribió un libro de este tamaño llamado La Personalidad Autoritaria donde, según él, demuestra que la sociedad nazi alemana es igualita a la norteamericana. ¿Entonces, por qué salió de allá y vino para acá? ¿Por qué no se quedó allá? Esto es lo que llamé paralaxis cognitiva.
La paralaxis cognitiva es el dislocamiento total entre el eje de la construcción teórica del filósofo y el eje de su experiencia real. Esto es, lo que él está describiendo desmiente flagrantemente su experiencia real. Se trata de un mal permanente del pensamiento occidental en los últimos cuatro o cinco siglos. El propio Karl Marx es un ejemplo de esto, donde dice que todas las clases sociales tienen una visión deformada de la historia, ellas tienen intereses en juego y su visión de las cosas es deformada por su interés oculto, excepto el proletariado. El proletariado no tiene intereses especiales, sus intereses coinciden con los de la humanidad entera, entonces el proletariado es la única clase que puede tener una visión objetiva de la realidad histórica. Y enseguida Karl Marx, que no solo no era un proletario, sino que jamás había visto a un proletario, escribe la visión objetiva de las cosas según la visión proletaria. Ahora, espere ahí, su existencia es el desmentido de su teoría, su existencia demuestra que, si la visión proletaria es la verdad, es la realidad, su propia existencia, señor Marx, demuestra que un burgués puede ver la realidad tan bien como un proletario. Y usted acaba de decirnos que no puede. O sea, es lo mismo que decir yo Karl Marx no conseguiría escribir este libro. Pero lo escribió. Esto no es hipocresía. Es otro fenómeno, que llamé paralaxis cognitiva. Si fuese hipocresía, él estaría consciente de lo que está haciendo. Pero escribe eso con total inocencia, no percibe que su vida desmiente su obra, que su experiencia real dice lo contrario de lo que él escribe. Es claro que toda esta gente de la Escuela de Frankfurt padece paralaxis cognitiva. Porque la premisa número uno de la dialéctica negativa es la siguiente: yo, el autor de la dialéctica negativa jamás seré sometido a ella. Porque si así fuera, usted es liquidado en el acto.
Tomen, por ejemplo, a Max Horkheimer, que fue el director de la Escuela de Frankfurt durante un buen tiempo, era millonario y los empleados de la Escuela ganaban salarios de hambre. O sea, él era un explotador más explotador que cualquier capitalista. ¡Y no había ningún problema con eso! No hizo eso de maldad ni hipócritamente, lo hizo porque era natural hacerlo así. Era natural la idea de que él jamás sería objeto de dialéctica negativa. Del mismo modo Theodor Adorno y otros tantos. La influencia que esta gente tuvo en toda América y, sobretodo, en Brasil, es inmensurable. ¿Por qué? Porque tiene un atractivo mucho mayor que el capitalismo o el fascismo. Vean, Karl Marx, Lenin, Mussolini o Hitler jamás consiguieron captar tantos adeptos tan fácilmente. Ahora, si ustedes agarran los libros de Max Horkheimer, Theodor Adorno, son libros dificilísimos de leer, ¿cómo es que eso gana tantos adeptos? ¡Porque usted no necesita leerlos! Es solamente aceptar una propuesta de ellos y usted está transfigurado en analista y condenador de la humanidad, libre de toda exigencia, nadie puede cobrarle nada.
Entonces tenemos millones de idiotas que se convirtieron en jueces de la humanidad. Ellos están sentados en la mesa del juez, ponen a la humanidad en el banco de los reos y, listo, se terminó. ¡Y nadie se anime a hacer lo mismo con ellos! ¿Por qué?
Por eso es que vemos fenómenos como el de Argentina, esto es, un gobierno probadamente fracasado que es reelecto, tiene éxito. ¿Por qué? Porque va a dar eso a las personas: transformarlas en seres sobrehumanos, va a liberarlas de todas las obligaciones humanas y entregarles los instrumentos de acción con los cuales pueden oprimir, atemorizar, maltratar y matar a quienes se les ocurra. Esto es mucho más seductor que la antigua utopía socialista. La utopía socialista era para un futuro, “la generación actual va a sacrificarse, nosotros vamos a morir, pero un día va a llegar el paraíso socialista”. Ahora, tal promoción del sujeto a una escala sobrehumana es inmediata, no es una utopía, se comienza a vivir esto desde el primer momento. Usted tome la fisonomía de un hombre, qué sé yo, parecido a Schwarzenegger, que viste una bombacha, un corpiño y dice que usted está obligado a verlo como mujer. Usted dice, pero no aguanto, no lo consigo, intento verlo como mujer, pero no consigo, veo un hombre. ¡Ah! Usted es un criminal, va a prisión. Es esto lo que ellos están haciendo, señores. Y nosotros estamos aceptando el juego porque no percibimos la profundidad del impulso diabólico de estos hombres de la Escuela de Frankfurt. Digo, ¿cómo es posible? El tipo sale de la Alemania nazi donde querían matarlo y vino a un país donde, al contrario, encontró libertad, empleo, todo el mundo lo trata bien, ¡y él dice que es la misma cosa! Es decir, se trata de una ingratitud absolutamente demoníaca. No percibe la diferencia entre la Alemania nazi, los Estados Unidos, la democracia, ¿qué es esto? Y no lo dice en un diario, escribió un libro de este tamaño llamado La Personalidad Autoritaria donde, según él, demuestra que la sociedad nazi alemana es igualita a la norteamericana. ¿Entonces, por qué salió de allá y vino para acá? ¿Por qué no se quedó allá? Esto es lo que llamé paralaxis cognitiva.
La paralaxis cognitiva es el dislocamiento total entre el eje de la construcción teórica del filósofo y el eje de su experiencia real. Esto es, lo que él está describiendo desmiente flagrantemente su experiencia real. Se trata de un mal permanente del pensamiento occidental en los últimos cuatro o cinco siglos. El propio Karl Marx es un ejemplo de esto, donde dice que todas las clases sociales tienen una visión deformada de la historia, ellas tienen intereses en juego y su visión de las cosas es deformada por su interés oculto, excepto el proletariado. El proletariado no tiene intereses especiales, sus intereses coinciden con los de la humanidad entera, entonces el proletariado es la única clase que puede tener una visión objetiva de la realidad histórica. Y enseguida Karl Marx, que no solo no era un proletario, sino que jamás había visto a un proletario, escribe la visión objetiva de las cosas según la visión proletaria. Ahora, espere ahí, su existencia es el desmentido de su teoría, su existencia demuestra que, si la visión proletaria es la verdad, es la realidad, su propia existencia, señor Marx, demuestra que un burgués puede ver la realidad tan bien como un proletario. Y usted acaba de decirnos que no puede. O sea, es lo mismo que decir yo Karl Marx no conseguiría escribir este libro. Pero lo escribió. Esto no es hipocresía. Es otro fenómeno, que llamé paralaxis cognitiva. Si fuese hipocresía, él estaría consciente de lo que está haciendo. Pero escribe eso con total inocencia, no percibe que su vida desmiente su obra, que su experiencia real dice lo contrario de lo que él escribe. Es claro que toda esta gente de la Escuela de Frankfurt padece paralaxis cognitiva. Porque la premisa número uno de la dialéctica negativa es la siguiente: yo, el autor de la dialéctica negativa jamás seré sometido a ella. Porque si así fuera, usted es liquidado en el acto.
Tomen, por ejemplo, a Max Horkheimer, que fue el director de la Escuela de Frankfurt durante un buen tiempo, era millonario y los empleados de la Escuela ganaban salarios de hambre. O sea, él era un explotador más explotador que cualquier capitalista. ¡Y no había ningún problema con eso! No hizo eso de maldad ni hipócritamente, lo hizo porque era natural hacerlo así. Era natural la idea de que él jamás sería objeto de dialéctica negativa. Del mismo modo Theodor Adorno y otros tantos. La influencia que esta gente tuvo en toda América y, sobretodo, en Brasil, es inmensurable. ¿Por qué? Porque tiene un atractivo mucho mayor que el capitalismo o el fascismo. Vean, Karl Marx, Lenin, Mussolini o Hitler jamás consiguieron captar tantos adeptos tan fácilmente. Ahora, si ustedes agarran los libros de Max Horkheimer, Theodor Adorno, son libros dificilísimos de leer, ¿cómo es que eso gana tantos adeptos? ¡Porque usted no necesita leerlos! Es solamente aceptar una propuesta de ellos y usted está transfigurado en analista y condenador de la humanidad, libre de toda exigencia, nadie puede cobrarle nada.
Entonces tenemos millones de idiotas que se convirtieron en jueces de la humanidad. Ellos están sentados en la mesa del juez, ponen a la humanidad en el banco de los reos y, listo, se terminó. ¡Y nadie se anime a hacer lo mismo con ellos! ¿Por qué?
Vean, la tradición de análisis y la
discusión entre liberales y conservadores es bien del mundo anglo-sajón, ellos
entienden todo como si fuera una disputa entre el partido conservador y el
partido laborista británicos. Los dos sentados en el Parlamento, cada uno de su
lado, discutiendo educadamente, de vez en cuando hacen unos chistes uno hacia
los otros y nada pasa de eso. Ahora, la política de la Escuela de Frankfurt no
es apenas la política de destruir el capitalismo, es la política de la
destrucción de todo, excepto de ellos. Es la propuesta más cruel, más sádica
que alguien haya hecho. Y esto, por ahora, nadie lo percibe, ¿por qué? Porque
los hombres de la Escuela de Frankfurt jamás pertenecieron al Partido Comunista
soviético. Entonces, todo el mundo dice: ellos son comunistas, pero son más
moderados que Stalin. ¡No! Stalin comparado con ellos era un dulce de coco, un
angelito. Stalin nunca dijo que había que destruir todo lo que existiese de
bueno. Estos sí con eso de que detrás de todo bien existe el mal. Voy a
dar un ejemplo de algo ruin que ellos deseaban destruir.
Michel Foucault, que radicalizó la propuesta de la Escuela de Frankfurt, estaba en contra de que las personas tengan padres, hallaba la peor cosa del mundo la existencia de padres. ¿Por qué nacimos de padres? ¡Qué cosa más injusta! ¡Nosotros tenemos que acabar con esto! ¿Eso es estar en contra del capitalismo? No. Es contra el capitalismo, contra el socialismo, contra la naturaleza, contra la historia, ¡contra todo! Solo no estaba contra él mismo. Claro, Michel Foucault no era ninguna bestia, de vez en cuando tenía intuiciones brillantes sobre esto y sobre aquello –la diferencia fundamental entre la filosofía antigua y medieval, y la filosofía moderna, era la siguiente: en general los filósofos antiguos como Platón y Aristóteles tenían razón en conjunto y erraban en un montón de detalles, los de hoy, al contrario, yerran en conjunto, pero aciertan en un montón de detalles. Ustedes leyeron a Karl Marx, hace un montón de análisis brillantes sobre esto, sobre aquello y aquello otro, pero cuando usted atiende al conjunto no hay ningún sentido. Y Michel Foucault igual. Michel Foucault hace análisis, qué se yo, el cuadro de Velázquez, Las Meninas, análisis brillantes, claro, pero el conjunto de la filosofía de Michel Foucault no tiene el menor sentido, y se basa en la maldad.
Este es el punto. Nosotros no podemos aceptar a estas personas como interlocutores genuinos diciendo: “No. Estoy nada más contra sus ideas, voy a preservar su persona”. Para nada. Las ideas pueden ser considerables, lo que no sirve es su persona. Esto ya lo dije muchas veces. Por ejemplo, en el debate con João Pedro Stedile, que era el jefe del Movimento Sem Terra --un debate en la Bienal del Libro de Porto Alegre, a principios del 2000 y la platea entera con miembros del MST-- entonces les dije: “yo no estoy totalmente contra sus ideas, reforma agraria. Yo estoy en contra de su líder, eso hombre es lo que no sirve”. Los tipos quedaron asustadísimos. Entonces comenzaron a silbarme para que no siga hablando y les grite: “¡Cállense la boca!” Todo el mundo se quedó quieto. ¿Por qué? Yo conozco la debilidad de esta gente. Ellos son malos para esconder su profunda debilidad. La crueldad de esta gente esconde el miedo que tienen de existir y de asumir la responsabilidad de la existencia adulta. Ellos no quieren esto. Nunca llegan a la madurez, no quieren. Quieren continuar jugando a que son los jueces de la humanidad. Todo el foro de São Paulo está basado en eso y por eso tiene éxito. Y por eso cuantas derrotas sufran políticamente van a rehacerse. Entonces, Sánchez tiene razón, nosotros no podemos ser los antagonistas del Foro de São Paulo, ¡Nosotros tenemos que destruir el Foro de São Paulo! Para que nunca más se levante. Vean, ¿hoy en día el nazismo, no está prohibido? ¡El comunismo también debe serlo! ¡El Foro de São Paulo también debe serlo! Eso no es política, eso es crimen. Llegar y decir, ahora hay que matar a todos los judíos, ¿eso es política? No, no es política, eso es crimen. Nosotros no podemos decir, vamos a discutir educadamente si debemos matar a los judíos, sí o no. ¿Tiene sentido una discusión de esas? ¡Nada! Hay que mandarlos a que se callen la boca y a prisión. Nosotros no podemos aceptar más la existencia de una ideología criminal como si fuese una propuesta política, ¡no es una propuesta política! Eso es psicopatía, eso es crimen.
Muchas gracias por su atención.
Michel Foucault, que radicalizó la propuesta de la Escuela de Frankfurt, estaba en contra de que las personas tengan padres, hallaba la peor cosa del mundo la existencia de padres. ¿Por qué nacimos de padres? ¡Qué cosa más injusta! ¡Nosotros tenemos que acabar con esto! ¿Eso es estar en contra del capitalismo? No. Es contra el capitalismo, contra el socialismo, contra la naturaleza, contra la historia, ¡contra todo! Solo no estaba contra él mismo. Claro, Michel Foucault no era ninguna bestia, de vez en cuando tenía intuiciones brillantes sobre esto y sobre aquello –la diferencia fundamental entre la filosofía antigua y medieval, y la filosofía moderna, era la siguiente: en general los filósofos antiguos como Platón y Aristóteles tenían razón en conjunto y erraban en un montón de detalles, los de hoy, al contrario, yerran en conjunto, pero aciertan en un montón de detalles. Ustedes leyeron a Karl Marx, hace un montón de análisis brillantes sobre esto, sobre aquello y aquello otro, pero cuando usted atiende al conjunto no hay ningún sentido. Y Michel Foucault igual. Michel Foucault hace análisis, qué se yo, el cuadro de Velázquez, Las Meninas, análisis brillantes, claro, pero el conjunto de la filosofía de Michel Foucault no tiene el menor sentido, y se basa en la maldad.
Este es el punto. Nosotros no podemos aceptar a estas personas como interlocutores genuinos diciendo: “No. Estoy nada más contra sus ideas, voy a preservar su persona”. Para nada. Las ideas pueden ser considerables, lo que no sirve es su persona. Esto ya lo dije muchas veces. Por ejemplo, en el debate con João Pedro Stedile, que era el jefe del Movimento Sem Terra --un debate en la Bienal del Libro de Porto Alegre, a principios del 2000 y la platea entera con miembros del MST-- entonces les dije: “yo no estoy totalmente contra sus ideas, reforma agraria. Yo estoy en contra de su líder, eso hombre es lo que no sirve”. Los tipos quedaron asustadísimos. Entonces comenzaron a silbarme para que no siga hablando y les grite: “¡Cállense la boca!” Todo el mundo se quedó quieto. ¿Por qué? Yo conozco la debilidad de esta gente. Ellos son malos para esconder su profunda debilidad. La crueldad de esta gente esconde el miedo que tienen de existir y de asumir la responsabilidad de la existencia adulta. Ellos no quieren esto. Nunca llegan a la madurez, no quieren. Quieren continuar jugando a que son los jueces de la humanidad. Todo el foro de São Paulo está basado en eso y por eso tiene éxito. Y por eso cuantas derrotas sufran políticamente van a rehacerse. Entonces, Sánchez tiene razón, nosotros no podemos ser los antagonistas del Foro de São Paulo, ¡Nosotros tenemos que destruir el Foro de São Paulo! Para que nunca más se levante. Vean, ¿hoy en día el nazismo, no está prohibido? ¡El comunismo también debe serlo! ¡El Foro de São Paulo también debe serlo! Eso no es política, eso es crimen. Llegar y decir, ahora hay que matar a todos los judíos, ¿eso es política? No, no es política, eso es crimen. Nosotros no podemos decir, vamos a discutir educadamente si debemos matar a los judíos, sí o no. ¿Tiene sentido una discusión de esas? ¡Nada! Hay que mandarlos a que se callen la boca y a prisión. Nosotros no podemos aceptar más la existencia de una ideología criminal como si fuese una propuesta política, ¡no es una propuesta política! Eso es psicopatía, eso es crimen.
Muchas gracias por su atención.
Conferencia sobre el Foro de São Paulo, organizada por The Interamerican Institute for Democracy, Florida, USA, agosto de 2019, en el American Museum of the Cuban Diaspora.