Lucifer en la facu.
¿Quieren reconocer la acción del luciferianismo en concreto? Piensen en ese padre o en esa madre que trabajan todo el día, encaran el tren lleno todos los días para llevar el pan a casa, pasan por toda la suerte de problemas reales, todo esto para sostener a ese hijo que se ha convertido en una verdadera chatarra. Lo único que calma al nene son las drogas. Tiene una voluntad incontrolable de acción práctica. Quiere actuar. Quiere actuar. Quiere ser protagonista. Quiere crear él mismo, el ser de las cosas. Él es como el ángel caído. Parece ser pura inteligencia y pura voluntad. Pero se rebeló contra Dios. La vida para él no tiene más sentido.
El esfuerzo de los padres son sólo aspectos desconectados. No hay virtudes, ni bien común de la familia, no hay coexistencia. Lo que existen son opresiones y desilusiones. La realidad en sí misma es demasiado dura, siendo así, se necesita de alguna fuga a una realidad paralela. A la construcción subjetiva de sentido. El niño no puede ser como Dios-Creador, el acto puro, pero quiere ser Dios de sí mismo. Quiere revolucionar. Así lo hizo Lucifer. Él odia el ser porque él quería exactamente no ser.
El hijo de los padres batalladores cambió la analogía de María Inmaculada como imagen de su propia madre y san José como imagen del propio padre por la cocaína, la marihuana, el éxtasis. Su motivación es el propio bad-Trip, como única posibilidad de paz.
¿Necesita, precisamente, verse como izquierdista? No. Como revolucionario es suficiente. La batalla cristiana para el pibe no importa. En realidad, él quiere las jihads.
Ha oído que los científicos más importantes de las grandes universidades concuenrdan con su visión del mundo. Los estudios dicen que el nene tiene razón. Los padres se vuelven tontos ridículos. Lo que realmente importa son los doctores de Harvard. El tipo que se convirtió en protagonista internacional es exaltado por la ONU, por las grandes organizaciones, por los artistas, el cine, etc.
El empirismo luciferiano tiene al pibe en las manos.
¿Y Dios? El chico acaba de oir que está muerto.
El esfuerzo de los padres son sólo aspectos desconectados. No hay virtudes, ni bien común de la familia, no hay coexistencia. Lo que existen son opresiones y desilusiones. La realidad en sí misma es demasiado dura, siendo así, se necesita de alguna fuga a una realidad paralela. A la construcción subjetiva de sentido. El niño no puede ser como Dios-Creador, el acto puro, pero quiere ser Dios de sí mismo. Quiere revolucionar. Así lo hizo Lucifer. Él odia el ser porque él quería exactamente no ser.
El hijo de los padres batalladores cambió la analogía de María Inmaculada como imagen de su propia madre y san José como imagen del propio padre por la cocaína, la marihuana, el éxtasis. Su motivación es el propio bad-Trip, como única posibilidad de paz.
¿Necesita, precisamente, verse como izquierdista? No. Como revolucionario es suficiente. La batalla cristiana para el pibe no importa. En realidad, él quiere las jihads.
Ha oído que los científicos más importantes de las grandes universidades concuenrdan con su visión del mundo. Los estudios dicen que el nene tiene razón. Los padres se vuelven tontos ridículos. Lo que realmente importa son los doctores de Harvard. El tipo que se convirtió en protagonista internacional es exaltado por la ONU, por las grandes organizaciones, por los artistas, el cine, etc.
El empirismo luciferiano tiene al pibe en las manos.
¿Y Dios? El chico acaba de oir que está muerto.
D. Ferraz, en Cuadernos de Netnografía