Lucifer en la facu.

El esfuerzo de los padres son sólo aspectos desconectados. No hay virtudes, ni bien común de la familia, no hay coexistencia. Lo que existen son opresiones y desilusiones. La realidad en sí misma es demasiado dura, siendo así, se necesita de alguna fuga a una realidad paralela. A la construcción subjetiva de sentido. El niño no puede ser como Dios-Creador, el acto puro, pero quiere ser Dios de sí mismo. Quiere revolucionar. Así lo hizo Lucifer. Él odia el ser porque él quería exactamente no ser.
El hijo de los padres batalladores cambió la analogía de María Inmaculada como imagen de su propia madre y san José como imagen del propio padre por la cocaína, la marihuana, el éxtasis. Su motivación es el propio bad-Trip, como única posibilidad de paz.
¿Necesita, precisamente, verse como izquierdista? No. Como revolucionario es suficiente. La batalla cristiana para el pibe no importa. En realidad, él quiere las jihads.
Ha oído que los científicos más importantes de las grandes universidades concuenrdan con su visión del mundo. Los estudios dicen que el nene tiene razón. Los padres se vuelven tontos ridículos. Lo que realmente importa son los doctores de Harvard. El tipo que se convirtió en protagonista internacional es exaltado por la ONU, por las grandes organizaciones, por los artistas, el cine, etc.
El empirismo luciferiano tiene al pibe en las manos.
¿Y Dios? El chico acaba de oir que está muerto.
D. Ferraz, en Cuadernos de Netnografía